Nía Diedla

El día que comencé a poner una imagen junto a otra sobre la mesa, no sabía qué encontraría en ese gesto, la posibilidad de una escritura. Hoy, esa escritura se ha vuelto el lugar que habito. La fotografía que practico tiene su origen en lo íntimo. La fábula o el desgarro de lo cotidiano se transforman en historias, de ahí nacen mis Diario(s) y también esos ensamblajes que llamo Geografías.

Con ellos, siguen llenándose los capítulos de esa pregunta que no deja de resonar en mi cabeza y la que no alcanzo todavía a responder, al menos no del todo, porque a veces apenas sé leerla. Y es en ella, que palabras como memoria, raíz, huella, casa, olvido, árbol, vuelven repetidamente a aparecer y desaparecer a lo largo de mi trabajo.

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